La Segunda Edad del Sol, también conocida como la Edad Oscura o los Años Oscuros, es uno de los períodos más enigmáticos y fascinantes del legendarium de J.R.R. Tolkien. Esta era abarca 3441 años solares y está marcada por eventos clave que sentaron las bases para las historias narradas en «El Señor de los Anillos». 

A pesar de ser un período menos documentado que la Primera y la Tercera Edad, los acontecimientos de la Segunda Edad son fundamentales para entender la historia de la Tierra Media, incluyendo el resurgimiento de Sauron, la creación de los Anillos de Poder, la gloriosa y trágica historia de Númenor, y la épica Guerra de la Última Alianza.

Contexto histórico

La Segunda Edad del Sol comenzó tras el cataclísmico final de la Primera Edad. Este periodo inició con la Guerra de la Cólera, una épica batalla en la que las fuerzas de los Valar, los ángeles guardianes del mundo, junto con los elfos y los hombres, lograron derrotar a Melkor, también conocido como Morgoth. Melkor, el primer Señor Oscuro, fue expulsado al vacío, poniendo fin a su reinado de terror en la Tierra Media.

La Guerra de la Cólera tuvo consecuencias devastadoras para el continente de Beleriand, la región principal donde ocurrieron muchos de los eventos de la Primera Edad. Beleriand se hundió en el mar, alterando significativamente la geografía de la Tierra Media. Los elfos y hombres que sobrevivieron se vieron obligados a buscar nuevos hogares en las tierras que quedaban. Muchos elfos decidieron no volver a Aman, la tierra inmortal y, en cambio, se establecieron en nuevas regiones, como Lindon y Eregion.

A partir de este momento, comenzó una era de reconstrucción y reorganización. La paz reinó durante los primeros años de la Segunda Edad, permitiendo que los pueblos libres se establecieran y prosperaran. Los elfos fundaron nuevos reinos en Eriador, y los hombres, particularmente los Edain, recibieron un regalo especial de los Valar: la isla de Númenor. Esta isla, ubicada en medio del Gran Mar, se convertiría en el hogar de los hombres más nobles y sabios, bajo el liderazgo de Elros, hijo de Eärendil.

La creación de Númenor fue un acontecimiento monumental. Los Númenóreanos, como se les conoció, se desarrollaron rápidamente en un pueblo avanzado, famoso por su conocimiento y habilidades en navegación, artes y ciencias. Sin embargo, los Valar les impusieron una restricción: no debían navegar hacia el oeste, hacia las tierras inmortales de Aman.

Mientras los Númenóreanos florecían en su isla, en la Tierra Media, los elfos, enanos y hombres continuaron sus vidas. Los elfos de Lindon, bajo el liderazgo de Gil-Galad, y los elfos de Eregion, junto con los enanos de Khazad-dûm, trabajaron en armonía, compartiendo conocimientos y desarrollando sus reinos.

El resurgimiento de Sauron

A pesar de la aparente calma que marcó el inicio de la Segunda Edad del Sol, en las sombras, Sauron, antiguo teniente de Melkor, estaba conspirando para reclamar el dominio sobre la Tierra Media. Sauron no se rindió ante los Valar tras la derrota de su maestro; en cambio, se retiró y comenzó a reconstruir su poder, determinado a establecerse como el nuevo Señor Oscuro.

En los primeros siglos de la Segunda Edad, Sauron adoptó una apariencia y un nombre diferentes, presentándose como Annatar, el Señor de los Dones. Bajo este disfraz, buscó ganarse la confianza de los elfos y otros habitantes de la Tierra Media. Su objetivo era engañarlos para poder manipularlos y así consolidar su dominio. Sin embargo, sus intentos iniciales fracasaron con la mayoría de los elfos, quienes no se dejaron convencer por sus falsas promesas de sabiduría y poder.

No obstante, en Eregion, un reino élfico cercano a las Montañas Nubladas y al poderoso reino enano de Khazad-dûm, Sauron encontró a un grupo de elfos liderados por Celebrimbor, el nieto de Fëanor. Celebrimbor y su gremio, los Gwaith-i-Mírdain, eran maestros artesanos y aceptaron la ayuda de Annatar para forjar los Anillos de Poder.

La forja de los Anillos de Poder

Con la ayuda de Sauron, disfrazado como Annatar, los elfos de Eregion, liderados por Celebrimbor, forjaron los Anillos de Poder. Bajo su guía, los elfos crearon diecinueve anillos: nueve para los hombres, siete para los enanos y tres para los elfos. Celebrimbor, con su habilidad y conocimiento, creó estos anillos con la intención de ayudar a los pueblos libres de la Tierra Media a prosperar y defenderse de cualquier amenaza futura.

Sin embargo, el verdadero objetivo de Sauron era dominar a todos los seres de la Tierra Media. Para lograrlo, él mismo forjó en secreto el Anillo Único en el Monte Orodruin, imbuyéndolo con una parte significativa de su poder y voluntad. El Anillo Único le daría el control sobre los demás anillos y sus portadores. 

Cuando Sauron se puso el Anillo Único, los elfos inmediatamente se dieron cuenta de su traición y ocultaron sus tres anillos, negándole el control sobre ellos. Esta revelación desencadenó una serie de conflictos y guerras que marcaron el resto de la Segunda Edad.

La guerra de los elfos contra Sauron

Después de descubrir el engaño de Sauron, los elfos retiraron sus tres anillos de la influencia del Anillo Único y se prepararon para la inevitable confrontación. Sauron, furioso por su fracaso, lanzó un ataque masivo contra los elfos de Eregion. Sus fuerzas invadieron y destruyeron el reino, capturando y matando a Celebrimbor. Los elfos que sobrevivieron buscaron refugio en otros lugares, principalmente en Rivendel, que fue fundada por Elrond como un refugio seguro contra la oscuridad.

La guerra se extendió por toda la Tierra Media, con Sauron intentando consolidar su poder y los elfos, junto con sus aliados, resistiendo su dominio. A pesar de las numerosas batallas y la gran destrucción causada por las fuerzas de Sauron, los elfos lograron mantener sus tres anillos fuera de su control. La intervención de los Númenóreanos fue crucial en esta lucha, pues su llegada ayudó a cambiar el curso de la guerra, logrando finalmente detener el avance de Sauron.

La caída de Númenor

Númenor, la isla-estado de los hombres, vivió una época de gran prosperidad y poder durante la Segunda Edad. Sin embargo, a medida que su poder crecía, también lo hacía su orgullo y deseo de inmortalidad. Sauron, viendo una oportunidad, decidió corromper a los Númenóreanos desde dentro. Se dejó capturar y fue llevado a Númenor, donde utilizó su astucia para ganarse la confianza del rey Ar-Pharazôn y sembrar discordia entre los Númenóreanos.

Sauron convenció a Ar-Pharazôn de desafiar a los Valar y buscar la inmortalidad en Aman. Bajo su influencia, los Númenóreanos comenzaron a realizar sacrificios humanos y a adorar a Melkor. Finalmente, Ar-Pharazôn decidió invadir Aman para reclamar la inmortalidad. Esta acción provocó la ira de Eru Ilúvatar, quien hundió Númenor bajo las aguas y cambió la forma del mundo, haciendo imposible el acceso a Aman para los mortales.

Elendil y sus hijos, Isildur y Anárion, junto con los Númenóreanos fieles, lograron escapar de la destrucción y llegaron a la Tierra Media, donde fundaron los reinos de Arnor y Gondor. Estos reinos se convirtieron en bastiones de la resistencia contra Sauron.

La Última Alianza y el Fin de la Segunda Edad

Con la caída de Númenor y la creciente amenaza de Sauron en la Tierra Media, Elendil y Gil-Galad, el último Gran Rey de los Noldor, formaron la Última Alianza de Elfos y Hombres. Esta alianza reunió a los principales reinos élficos y humanos en un esfuerzo conjunto para derrotar a Sauron de una vez por todas. La guerra culminó en la batalla de Dagorlad y el sitio de Barad-dûr, la fortaleza de Sauron en Mordor.

Durante la batalla final, Sauron salió personalmente a luchar. En un combate feroz, tanto Elendil como Gil-Galad perecieron, pero Sauron fue finalmente derrotado cuando Isildur cortó el Anillo Único de su mano. Sin embargo, en lugar de destruir el Anillo, Isildur decidió conservarlo como un trofeo, lo que permitió que el mal de Sauron perdurará. Esta decisión selló el destino de la Segunda Edad, marcando el inicio de una nueva era llena de incertidumbre.