Elevándose majestuosas en el extremo occidental de Eriador, las Montañas Azules, también conocidas como Ered Luin o Ered Lindon, son centinelas silenciosas que han presenciado el curso de la historia en la Tierra Media. Empezando por el inicio de las eras más antiguas hasta las últimas batallas de la Tercera Edad, estas cordilleras han sido el escenario de eventos trascendentales, albergando reinos prósperos y formando parte del mundo creado por J.R.R. Tolkien.
Primera Edad del Sol

En la Primera Edad del Sol, las Montañas Azules formaban una imponente barrera natural que separaba Beleriand, hogar de elfos y otros seres fantásticos, de Eriador, donde habitaban los hombres. Sus laderas escarpadas y picos nevados albergaban dos de las ciudades enanas más importantes: Belegost y Nogrod, centros de gran riqueza y actividad minera. Estas ciudades enanas eran famosas por su maestría en la forja y la artesanía, creando objetos de gran valor y belleza que eran codiciados en toda la Tierra Media.
Sin embargo, la Guerra de la Cólera, un conflicto de proporciones épicas que marcó el final de la Primera Edad, provocó la destrucción de gran parte de Beleriand y el hundimiento de la mayoría de las Montañas Azules. La furia de los Valar desencadenó terremotos, inundaciones y erupciones volcánicas que devastaron la región, dejando solo un fragmento de las montañas originales.
Segunda y Tercera Edad del Sol
Lo que quedó de las Montañas Azules tras la Guerra de la Cólera se dividió en dos por el Golfo de Lune. En la porción occidental, los elfos sobrevivientes liderados por Gil-galad, el último Gran Rey de los Noldor, fundaron el reino de Lindon. Este reino élfico, conocido por su sabiduría y paz, se convirtió en el último refugio de los Altos Elfos en la Tierra Media.
En la zona oriental, se establecieron los Puertos Grises, el último puerto élfico en la Tierra Media, construido por Círdan, el Carpintero de Barcos. Estos puertos eran un lugar de nostalgia y esperanza para los elfos, ya que desde allí partían hacia Valinor, la tierra natal de los Valar, al final de sus días en la Tierra Media.
A pesar de la destrucción de gran parte de las montañas, las Montañas Azules no perdieron su importancia. Durante la Segunda y Tercera Edad, sirvieron como refugio para diversos pueblos de enanos, incluyendo a aquellos que huyeron de Erebor tras el ataque del dragón Smaug. Los enanos encontraron en las montañas un lugar seguro para reconstruir sus vidas y continuar con su tradición de la minería y la herrería.
Ríos y montañas

En la Primera Edad, las Montañas Azules eran la fuente de numerosos ríos importantes, como el Gelion, el Ascar, el Thalos, el Legolin, el Brilthor, el Duilwen y el Adurant. Estos cursos fluviales desembocaban en el Gelion o en el mar, irrigando las tierras circundantes y facilitando el comercio y la comunicación entre los diferentes pueblos de la región.
En las Edades posteriores, los ríos más destacados que nacían en las Montañas Azules eran un río sin nombre que desembocaba en el Golfo de Lune, el Lhûne y el Lhûne Menor. Estos dos últimos ríos se unían antes de llegar al mar y formaban un gran estuario donde se ubicaban los Puertos Grises.
Lindon: La Tierra del Canto
Al oeste de las imponentes Montañas Azules, en el extremo occidental de Eriador, se encuentra Lindon, también conocida como Ossiriand, una tierra bañada por la luz del sol y la melancolía del pasado. Hogar de los Elfos Verdes, Lindon se convirtió en un refugio para los Altos Elfos tras la Guerra de la Cólera, conservando la sabiduría y tradiciones ancestrales de la Tierra Media.
Un reino de belleza y melancolía
Lindon, que significa «tierra del canto» en Sindarin, era un reino de belleza incomparable. Sus bosques frondosos, ríos cristalinos y colinas onduladas inspiraban a los Elfos Verdes a crear melodías que resonaban en el aire. Sin embargo, la melancolía siempre estuvo presente en Lindon, pues era un recordatorio constante de la caída de Beleriand y la pérdida de su hogar ancestral.
Tras la Guerra de la Cólera, Gil-galad se convirtió en el Señor de Lindon, gobernando con sabiduría y justicia. Junto a él se encontraba Círdan, el Carpintero de Barcos, un Elfo Sindarin de gran conocimiento y poder, quien fundó los Puertos Grises, el principal puerto élfico de la Tierra Media.
Durante la Segunda y Tercera Edad, Lindon se convirtió en un faro de esperanza para los Elfos que aún habitaban la Tierra Media. El reino era un refugio de paz y sabiduría, donde los Elfos preservaban sus tradiciones y conocimientos ancestrales. A pesar de las amenazas que enfrentaban, como la sombra de Sauron y el resurgimiento de Angmar, Lindon siempre mantuvo su espíritu noble y su compromiso con la lucha contra el mal.
Relaciones con otras razas
Los Elfos de Lindon mantuvieron relaciones estrechas con los Dúnedain, los Hombres de Númenor en el exilio. Durante la Última Alianza de Elfos y Hombres, Lindon aportó un ejército considerable que luchó contra Sauron en la Batalla de Dagorlad. Tras la caída de Númenor, los Elfos de Lindon continuaron brindando apoyo a los Dúnedain en la lucha contra Angmar y Sauron.
Los Puertos Grises: Un portal a Valinor
Los Puertos Grises, ubicados en la costa occidental de Lindon, eran un lugar de gran importancia para los Elfos. Desde allí, aquellos que deseaban partir hacia Valinor, la tierra natal de los Elfos, abordaban barcos mágicos guiados por las estrellas. Al final de la Tercera Edad, muchos de los grandes señores élficos, incluyendo a Galadriel y Elrond, partieron de los Puertos Grises hacia Valinor, dejando atrás la Tierra Media y sus recuerdos.