En el transcurso de la Tercera Edad, en un reino asediado por las sombras del mal, se libró una batalla que marcaría el destino de Arnor y la Tierra Media. La Batalla de Fornost, librada en las afueras de la capital de Arthedain, Fornost Erain, enfrentó a las últimas fuerzas del reino norteño contra la implacable horda del Rey Brujo de Angmar.
En este enfrentamiento épico, el valor de los hombres se vio desafiado por la oscuridad y la magia negra. El Rey Arvedui de Arthedain, junto a sus aliados Elfos y Gandalf, luchó con tenacidad contra un enemigo superior en número y poder. El destino de Arnor, y quizás de toda la Tierra Media, pendía de un hilo.
¿Qué ocurrió antes de la batalla?
La Batalla de Fornost no surgió de la nada. Fue el resultado de una larga y sangrienta guerra entre el reino norteño de Arnor y el reino hechicero de Angmar, bajo el dominio del temible Rey Brujo. Durante siglos, Angmar había expandido su influencia hacia el sur, amenazando la paz y la seguridad de Arnor.
Las derrotas sufridas por Arnor a manos de las hordas de Angmar fueron acumulándose. Ciudades y fortalezas fueron cayendo, y la población de Arnor se vio obligada a refugiarse en las zonas más seguras del reino. Fornost Erain, la capital de Arthedain, el último reino de Arnor, se convirtió en el último bastión de la resistencia norteña.
El Rey Arvedui, último rey de Arthedain, buscó desesperadamente aliados para enfrentar la amenaza de Angmar. Sin embargo, sus súplicas de ayuda a Gondor, el reino del sur, fueron en vano. Gondor, debilitado por sus propias guerras y conflictos internos, no podía ofrecer el apoyo militar necesario. Los Elfos, antiguos aliados de Arnor, también se mostraron reacios a intervenir, temiendo atraer la atención de Sauron, el Señor Oscuro, a la región. Ante la inminente invasión de Angmar, Arvedui tomó una decisión audaz: envió su corona y su cetro al mar, confiándolos a las olas como símbolo de la esperanza de Arnor para el futuro. Con este gesto, Arvedui esperaba obtener la ayuda de Ulmo, el Valar del Mar, y sus criaturas.
Las fuerzas enfrentadas en la batalla
El ejército de Angmar era una fuerza formidable, compuesto por miles de orcos, trolls, goblins y espectros del anillo. Estos seres malvados, liderados por el Rey Brujo y sus lugartenientes, eran conocidos por su ferocidad y brutalidad en batalla. Su armamento incluía espadas, hachas, lanzas y arcos, además de armas mágicas corruptas por la hechicería del Rey Brujo.
En contraste, el ejército de Arthedain era mucho más pequeño y menos equipado. La mayoría de sus soldados eran hombres comunes, campesinos y artesanos, que habían sido llamados a las armas para defender su hogar. Su armamento era más básico, compuesto por espadas, lanzas y escudos. Sin embargo, los defensores de Fornost estaban motivados por la defensa de su patria y la esperanza de un futuro mejor. Además de los soldados humanos, Arthedain contaba con la ayuda de un pequeño grupo de Elfos, liderados por Glorfindel, un poderoso guerrero y señor del linaje de los Noldor. También estaba presente Gandalf, el mago Istari, quien había llegado a Arnor para ofrecer su consejo y apoyo en la lucha contra el mal.
La diferencia de fuerzas era evidente, pero los defensores de Fornost no estaban resignados a la derrota. Contaban con la ventaja de conocer el terreno y la fortaleza de sus murallas, y estaban dispuestos a luchar con valentía hasta el final.
Desarrollo de la batalla
La Batalla de Fornost comenzó al amanecer, cuando las hordas de Angmar se abalanzaron sobre las murallas de Fornost. Los orcos, trolls y goblins rugían y aullaban mientras lanzaban flechas, escalaban las paredes y atacaban las puertas con arietes. Los defensores de Fornost resistieron con tenacidad, repeliendo los ataques y lanzando contraataques desde las almenas.
La batalla se prolongó durante horas, con ambos bandos sufriendo numerosas bajas. El Rey Brujo, montado en su terrorífico caballo negro, recorría el campo de batalla sembrando el terror entre los defensores. Su presencia oscura y su mirada penetrante desmoralizaban a los soldados, y su hechicería negra debilitaba a los más valientes. Sin embargo, los defensores de Fornost no se rindieron. Inspirados por el valor del Rey Arvedui, la sabiduría de Glorfindel y la magia de Gandalf, lucharon con determinación y ferocidad. Los Elfos, con sus arcos precisos y sus espadas afiladas, causaban estragos entre las filas enemigas. Gandalf, con su bastón luminoso y sus palabras inspiradoras, animaba a los defensores y curaba a los heridos.
En un momento crucial de la batalla, el Rey Arvedui salió de la ciudad al mando de una pequeña fuerza de caballería. Se enfrentó al Rey Brujo en un duelo épico, pero fue derrotado y herido de muerte. Sin embargo, su sacrificio no fue en vano. La valentía del Rey Arvedui inspiró a sus hombres a luchar con renovado vigor.
Desenlace de la batalla
Al ver que la batalla se prolongaba y que sus fuerzas se agotaban, el Rey Brujo tomó una decisión: se retiró del campo de batalla junto a sus lugartenientes. Las hordas de Angmar, desmoralizadas y sin líder, huyeron en desorden.
La victoria de Arthedain fue una victoria pírrica. El Rey Arvedui había muerto, y muchos de sus mejores guerreros habían caído en la batalla. Fornost había sufrido graves daños, y el reino de Arthedain estaba debilitado y vulnerable.
Sin embargo, la victoria también significó un respiro para la Tierra Media. El poder de Angmar había sido debilitado y el Rey Brujo se vio obligado a retirarse a las sombras. La amenaza inmediata para Arnor había sido eliminada, y la esperanza de un futuro mejor renació en los corazones de los defensores de Fornost.